Crónica de un sueño pausado: la historia de las Piscinas Olímpicas de la 42

Corría la década de los setenta y los Juegos Deportivos Nacionales llegaban por primera vez a Ibagué, y con ellos, el anhelo de mostrarle al país que la Capital Musical también era tierra de campeones. Fue un salto al futuro deportivo de la ciudad.

En medio del fervor y la expectativa de la época, se inauguraba la Unidad Deportiva de la Calle 42: hogar de las Piscinas Olímpicas Hernando Arbeláez Jiménez, construidas para recibir las competencias de natación, clavados y polo acuático.

Este moderno complejo acuático recibiría el nombre del otrora alcalde de Ibagué en 1951 y quien, como ejecutivo, contribuyó desde la dirección de los JJ.NN. al desarrollo de estas justas en la capital tolimense.

La estructura fue concebida para ser la casa de eventos nacionales e internacionales llegando a recibir el XXIV Sudamericano Juvenil de Natación en 1997. Un símbolo de progreso que pronto se convertiría en el orgullo para varias generaciones de deportistas ibaguereños.

Como cualquier escenario que busca mantenerse a la altura de las exigencias del presente, el complejo acuático de la 42 necesitaba una renovación urgente, después de más de 40 años de haber sido construido. Una intervención que le devolviera la funcionalidad para el alto rendimiento deportivo.

Fue en 2012 cuando el entonces presidente Juan Manuel Santos, en una alianza tripartita entre la Administración Municipal, la Gobernación del Tolima y Coldeportes, -hoy Ministerio del Deporte, anunció la inminente celebración de los XX Juegos Nacionales y con esto la renovación integral del recinto.

La promesa se presentó como la solución a años de deterioro, falta de mantenimiento y como el retorno al esplendor que las Piscinas Olímpicas habían simbolizado.

Sin embargo, los primeros indicios de lo que se tornaría una pesadilla se hicieron sentir hacia finales de 2014, cuando a un año para las competencias, no había sido adjudicada la licitación. Este fue el inicio de un largo camino de periplos y desaciertos administrativos.

Las tres entidades realizaron una bolsa para el mejoramiento y remodelación de toda la Unidad Deportiva de la 42 por $ 39.000 millones y el contrato fue firmado en marzo de 2015, a 8 meses de la inauguración de los JJ.NN. Para diciembre de ese año, las obras alcanzaron apenas el 41 % de ejecución.

Aunque las competencias acuáticas se llevaron a cabo, el escenario no era el adecuado y estaba a medias. La imagen de las estructuras de acero recubiertas con lonas para disfrazar el retraso en las obras dejó en evidencia la falta de planeación.

Dicho proceso debía ser el punto de partida para restaurar un patrimonio deportivo. Pero no fue así, esto se quedó en palabras y lo que era un legado para los nadadores terminó convirtiéndose en un ‘elefante blanco’ y uno de los casos de corrupción más grandes en la historia del deporte en Colombia.

Nada por aquí, nada por allá…

A finales de 2015, en medio del escándalo y con la presión encima, se optó por prorrogar el contrato hasta mediados del 2016, aún con la incertidumbre financiera y técnica que lo rodeaba. Fue una apuesta desesperada por cumplir, pero sin los recursos ni la confianza necesarios para continuar.

¿Qué pasó? El consorcio Escenarios Unidad Deportiva no construyó y el proyecto quedó abandonado y a la deriva. “Escenarios deportivos de Ibagué son el panteón de la vergüenza”, “El robo de los Juegos Nacionales en Ibagué”, “La corrupción arrasó con los escenarios deportivos”, titulares como estos inundaron la prensa nacional durante estos últimos 10 años.

Las denuncias por sobrecostos, coimas y maniobras para favorecer a ciertos contratistas desataron una serie de procesos judiciales que salpicaron a altos funcionarios del Gobierno Local y que hoy tienen a más de 20 personas procesadas.

En 2017, tras dos años del desfalco y surtir diferentes obstáculos jurídicos, la administración de turno logró liquidar el contrato fallido de manera unilateral y se destinaron más de $ 2.000 millones para ajustar los estudios y diseños de los escenarios deportivos de Ibagué.

Sin embargo, no se incluyeron las Piscinas Olímpicas y se utilizaron los mismos estudios y diseños del 2015.

Al año siguiente, se contrataron las obras del complejo acuático de la 42, pero el resultado fue el mismo: una nueva frustración. El contratista volvió a naufragar, y la obra fue siniestrada por segunda vez con un avance de tan solo el 29 %. 

La esperanza que generó la inversión se desvaneció frente a un sueño que, otra vez, terminó hecho trizas.

Y mientras la ciudad esperaba resultados, las baldosas comenzaban a desprenderse y las grietas aparecían en los vasos de las piscinas como testigos del deterioro.

Entre 2018 y 2021 se realizaron varios intentos para ‘colgar’ la licitación, pero se declararon desiertas debido a los siniestros de los contratos. Ninguna aseguradora quería asumir la ejecución de una obra que a toda luz tenía un diseño técnico deficiente y que suponía inmensos retos de ingeniería.

¿La tercera es la vencida? 

Las promesas incumplidas y la prolongada espera generaron un clima de descontento y escepticismo. 

Deportistas, que una vez habían encontrado en las Piscinas Olímpicas un lugar de inspiración y superación, comenzaron a cuestionarse sí realmente verían su escenario construido. Se debían rectificar los errores del pasado.

Para 2022, el gobierno de Andrés Hurtado logró adjudicar el contrato de obra pública para la construcción y adecuación del complejo de piscinas de la Unidad Deportiva de la calle 42 y que buscaba beneficiar a más de 1.000 deportistas en Ibagué.

Pese a que se habían alcanzado a construir el 90 % de los cimientos de graderías y accesos en 2019, fue necesario hacer pruebas de resistencia. El resultado fue alarmante: los pilotes construidos no cumplían con los estándares de seguridad y se tuvo que demoler y prolongar los aceros.

Esto, demoraría aún más la reconstrucción del escenario y obligaría a replantear parte del diseño estructural. Se subsanaron los errores heredados, se corrigieron deficiencias técnicas y se implementaron soluciones que permitieron retomar el rumbo.

En 2024, la alcaldesa Johana Aranda recibió el complejo acuático con un avance físico inferior al 50 %. Ante este panorama, se activaron más de diez frentes de obra de manera simultánea, con el objetivo de recuperar el tiempo perdido y garantizar la entrega de un escenario digno para todos.

El proyecto finalmente encontró un cauce viable y acertado para su culminación.

Día a día, operarios, ingenieros y equipos técnicos trabajaron sin pausa para devolverle a Ibagué un espacio que por años fue un sueño pausado. Cada intervención fue supervisada con rigurosidad para asegurar que, esta vez, todo se hiciera bien y pensando en los nadadores, clavadistas y waterpolistas.

La espera terminó, y con ella, también las excusas.

Se hizo POSIBLE, ¡ahora sí están completos!

El 25 de abril del 2025 marcó el cierre definitivo de esta historia. La inauguración de lo que es la joya deportiva de la ciudad y que, desde ya, está lista para albergar competencias y eventos deportivos del más alto nivel.

Este es el último escenario de competencia que pone fin a la prolongada tragedia de 2015. Con la mirada puesta en el futuro, Ibagué se reinventa con este escenario que, a lo largo de los años, fue testigo de triunfos y fracasos, pero que ahora se reconcilia con su pasado para escribir, en tinta indeleble, una nueva historia.

Como el águila que levanta vuelo y que, aunque sus alas estuviesen rotas… aprendió a volar de nuevo para demostrar que la resiliencia también tiene forma de victoria.


 PDF comunicado 635.

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Última actualización

10 de marzo de 2025

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